martes, 24 de marzo de 2015

Crítica: La flaqueza del bolchevique (Manuel Martín Cuenca, 2003)

Director: Manuel Martín Cuenca.
Intérpretes: Luis Tosar (Pablo López), María Valverde (María), Mar Regueras (Sonsoles), Nathalie Poza (Eva), Manolo Solo (Francisco), Rubén Ochandiano (Manu), Jordi Dauder (Alfredo), Enriqueta Caballeira (Dolores), Yolanda Serraro (Alba).
Productor: José A. Romero.
Guión: Manuel Martín Cuenca y Lorenzo Silva.
Fotografía: Alfonso Parra.
Música: Roque Baños. Temas musicales: “Puta”, “A fuego” y “Standby”, de la banda Extremoduro.
Montaje: Nacho Royo y Pelayo Gutiérrez.
Año de producción: 2003.

"Yo soy bolchevique. Los bolcheviques no nos conformamos con quitarles todo a los ricos. Eso no cambiaría nada. Lo que hay que hacer es fusilarlos. Fusilarlos a todos."

Pablo a María, en La flaqueza del bolchevique (Manuel Martín Cuenca, 2003)


La elección perfecta

La flaqueza del bolchevique es la primera película de ficción del director Manuel Martín Cuenca, objeto de muy buenas críticas y galardonada con varios premios, destacando el Goya al mejor guion adaptado y el premio a mejor actriz revelación para María Valverde que, con tan solo 16 años, hacía su debut dentro del mundo del cine. Esta chica, que ya empezaba gracias a esta película a hacer sus pinitos en la gran pantalla, hoy es prácticamente conocida en territorio español sobre todo por su papel de Babi en la adaptación del libro titulado Tres metros sobre el cielo (2010), dirigida por Fernando González Molina, pero hasta hace poco se ha hecho hueco en el cine hollywoodiense, interpretando a la mujer de Moisés (interpretado por Christian Bale) en Exodus (2013), cinta del premiado y conocido director Ridley Scott. 

Martín Cuenca, además de la figura de la dulce y joven María Valverde, cuenta con un grandísimo actor reconocido en todo el panorama español y, en menor medida, internacional: Luis Tosar. A pesar de su magnífica interpretación, Tosar no consigue hacerse con ningún galardón, aunque sí lo conseguirá —y no será el único— a posteriori con el Goya a mejor actor de reparto en Los lunes al sol (Fernando León de Aranoa, 2002) y con el Goya a mejor actor en Te doy mis ojos (Icíar Bollaín, 2003), siendo esta última su película en la que su interpretación es más conocida. Valverde hace junto a Luis Tosar, el protagonista masculino de la película, una pareja perfecta para protagonizar la película de Martín Cuenca, una adaptación del libro y Premio Nadal de Lorenzo Silva, autor conocido dentro de la novela española por sus obras policíacas, que no deja indiferente a quien la vea. 


Además de estas dos grandes colaboraciones que darán forma a la película, dentro del equipo técnico tenemos a Roque Baños, compositor y encargado de la ambientación sonora de La flaqueza del bolchevique y ganador de varios Goya por su excelente trabajo en la composición musical en el cine, destacando su trabajo en obras como Salomé (Carlos Saura, 2002), Las 13 rosas (Emilio Martínez-Lázaro, 2007) y su Goya a mejor música original en Los crímenes de Oxford (Álex de la Iglesia, 2008). Esto, junto al gran elenco de actores, hace que la adaptación de la obra de Silva roce la perfección, que no consigue debido a un descuidado guion.

Un amor utópico

En La flaqueza del bolchevique nos sumergimos en la vida de Pablo López, un hombre que trabaja en un banco de inversiones y que está harto de todo lo que le rodea. Gracias a su voz en off al comienzo de la misma, sabemos que Pablo ya nos cuenta los hechos desde el presente, recordando el detonante que hizo que su vida diera un giro de 360º. Con ello, comienza narrando la película, tras una previa escena en la que se le ve observando un libro repleto de fotografías de la época de los primeros años del siglo XX, en donde mira detenidamente la fotografía de un bolchevique, identificándose así con su historia que trata sobre su utópico amor con la bella hija del zar. Esta anécdota será el pretexto de los siguientes acontecimientos que vivirá Pablo López (Luis Tosar) y de los que se sentirá de igual manera que los del bolchevique de la foto, ya que, de una forma u otra, él también lo es. Por ello, un leve accidente de coche hará que su monótona vida cambie, originando un sinfín de consecuencias. 


En pleno atasco a la entrada del bullicio madrileño, Pablo, amargado con su vida y más sabiendo que el día era lunes, decide cambiar un poco el asunto de camino al trabajo, poniendo la música cañera de su grupo favorito, Extremoduro. Parece que al menos el camino va a ser leve, a pesar del horrible atasco, pero el optimismo de Pablo de arruina cuando, sin motivo aparente, la cinta de su radio cassette del coche deja de funcionar. Intentando solucionar el problema, Pablo se mete en otro más, chocando sin darse cuenta con un coche que estaba estacionado pocos metro adelante. ¿Podría ir la cosa peor? Sí, y tanto, pues, encima que el choque da tema para rato, Pablo se topa con Sonsoles (Mar Regueras), una mujer muy pija e insoportable que lo hace estar más cabreado, ya que, para colmo, es denunciado por supuestas lesiones por culpa del accidente. Este cabreo no será moco de pavo para nuestro protagonista, pues, con fines de venganza, conseguirá hacerse con todos los datos de Sonsoles, entre ellos su número de teléfono, y le hará la vida imposible. Sin embargo, este juego no irá por muy buen camino, ya que conocerá a la hermana adolescente de Sonsoles, María (María Valverde), con la que comenzará una relación que rozará los límites de lo que está bien y de lo que está mal.

María Valverde borda a la perfección su papel de lolita en la película de Martín Cuenca, enamorando a un frágil bolchevique interpretado por Luis Tosar. Esta bonita relación, que comienza de manera pícara entre ellos pero que acaba llenándose posteriormente de una gran tensión sexual, no llega a criminalizarse, sabiendo el protagonista, Pablo, distinguir entre el amor y la delincuencia. Queriendo alejarse de una vez por todas de su terrible monotonía y soledad, Pablo se quedará prendado de ella hasta las trancas, gracias a todo lo que conoce sobre su hermana con la que tuvo un accidente, deseándole lo mejor sin perder la cordura y no llegar más allá de las fronteras de lo que está bien en la sociedad. Por esto mismo, viendo como se desarrollan las hechos, Pablo decide alejarse de ella antes de sufrir las consecuencias y ser descubierto, por una parte, por sus más cercanos y, por otra, por la familia de María, es decir, por su hermana Sonsoles. Sin embargo, ya es demasiado tarde para nuestro protagonista.


A pesar de que Tosar haga, junto a María Valverde, un magnífico papel, su actuación no corresponde totalmente con el personaje que se describe en el libro de Lorenzo Silva. Metido en el arquetipo del ejecutivo odioso con una horrible y aburrida vida, consumido por el día a día, Luis Tosar hace a la perfección su papel, como en todas sus películas, pero hay grandes fallos en el guion que no lo hace ser el personaje tan odiable y característico de la obra de Silva. Lo mismo pasa con María Valverde, aunque apenas se aprecia, ya que gracias a su naturalidad y su papel como lolita contrarresta de una forma u otra los errores más notables, enamorándonos, al igual que Pablo, de su personalidad.

Martín Cuenca falla, sobre todo, en el guion, con escenas más bien demasiado largas y otras bastante cortas, sobrando en parte muchas de ellas. Junto a Silva, ha intentado que tanto los actores como el diálogo entre ellos sea fiel a la historia, plasmando en ese guion frases literales del libro, dejando algunas, varias de ellas imprescindibles, en el tintero. Todo esto de manera plana, lineal, sin aportar ningun rasgo como director que lo distinga de los demás. A excepción de la interpretación de los dos personajes principales, ya que de los demás poco se habla, poco más destaca, siendo entre lo poco que llama la atención la banda sonora llevada a cabo por Roque Baños y tres canciones del grupo de rock Extremoduro, lo que ameniza, en parte, la pesadez de varias escenas.



Todo acto tiene sus consecuencias

La flaqueza del bolchevique nos muestra, tal y como su nombre indica, la flaqueza de un hombre nacido en la clase obrera que consiguió llegar a lo más alto en su vida, teniendo todo lo que podría tener, pero solo en el terreno económico. A pesar de su privilegiada posición social, no puede tener lo que más anhela, que no es más que compañía y una vida con tranquilidad, con todo lo que soñaba y no pudo hacer realidad. De la misma forma en la que Pablo se identifica con el bolchevique de la foto, nuestro protagonista acaba sufriendo las mismas consecuencias que su ‘antecesor’, con un final un poco forzado que deja con un agrio sabor de boca al espectador, perdiendo su amor para siempre cuando estaba a punto de conseguirlo. Un amor utópico, inalcanzable, que no puede tener por más que lo desea, ya que de una forma u otra la sociedad se lo privará de la manera que menos quiera.

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